Unos que vienen otros que se van

Si seguís a UGT Telemadrid en Twitter (twitter.com/ugtelemadrid) o en nuestra página de Facebook (facebook.com/ugtelemadrid) fuisteis de los primeros en conocer el nombre del nuevo Director General de Radiotelevisión Madrid, José Antonio Sánchez.

A diferencia de lo que ocurre en RTVE, TV3 o Canal Sur, este cargo se elige a dedo directamente desde la presidencia de la Comunidad. La comunicación del nombramiento al Consejo de Administración fue calificada por el PSOE de «esperpento y trágala», ya que «como si se tratara de un premio cinematográfico, se abrió un sobre y se leyó su currículo».

A pesar de que habrá que concederle el beneficio de la duda, su trayectoria no augura nada bueno. El inefable Miguel Ángel Rodríguez, que había jurado no volver a Telemadrid hasta que no hubiera aquí «alguien con cabeza», no ocultaba su entusiasmo después de conocer tan «buen fichaje».

Protegido y tutelado por Anson en EFE, ABC y LA RAZÓN, Sánchez fue su hombre de paja en el fiasco de la Cadena Ibérica (intento de hacer una radio ultraderechista que compitiera con la COPE y cuya «estrella» era Antonio Jiménez, el presentador de «El gato al agua»). Tras arruinarla y vender a precio de saldo sus emisoras a Onda Cero (ya controlada por Aznar a través de Villalonga) fue acogido en Admira, otra filial de Telefónica, hasta que el Partido consiguió auparle hasta la mismísima Dirección de RTVE sustituyendo a Javier González Ferrari, que pasó a dirigir Onda Cero y así todos contentos.

Allí fue responsable Sánchez de una de las etapas más oscuras de la televisión pública nacional, dando lugar a momentos gloriosos como el deletreo de Urdaci o la cobertura del 11M. De alto perfil político, el mismísimo Jiménez Losantos le ha calificado de «comisario político del PP».

¿Y con qué empresa se va a encontrar Sánchez? El balance de la gestión de Isabel Linares -de la que ella ha manifestado sentirse «satisfecha»- no puede ser más aterrador: más de 300 puestos de trabajo destruidos mientras se contrataba a una plaga de directivos ociosos que no ha parado de aumentar exponencialmente; una audiencia que cada semana alcanza un nuevo récord de mínimo histórico; unos informativos manipulados y sin credibilidad entre los madrileños; una dirección de programas sin una sola idea ni un solo proyecto que no haya fracasado; unas relaciones laborales judicializadas, un conflicto permanente con sindicatos, partidos políticos y grupos sociales y un futuro incierto que depende de la modificación de la Ley General de la Comunicación Audiovisual que pretende hacer el Partido Popular -si gana las próximas elecciones- para liquidar de una vez por todas las televisiones autonómicas.

Y mientras vemos con envidia cómo en Inglaterra se investigan las actuaciones irregulares de los grupos periodísticos de Murdoch (el actual modelo de storytelling de Telemadrid es una pálida copia de la ultraconservadora Fox News) acabará esta legislatura sin que se haya constituido el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales (CEMA) al que obliga esa misma Ley Audiovisual, un órgano regulador homólogo a los de Francia (Conseil Superieur de l’Audiovisuel), Estados Unidos (Federal Communications Comision) o Reino Unido (Office of Communications) que acabaría con las deleznables prácticas de nuestras televisiones.

(UGT La Parabólica nº 167)

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